viernes, 17 de diciembre de 2010

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y así me marcho, pintando una gran sonrisa, por mí y una vez más por mí. Quizás soy una egoísta lo sé, pero tendré que hacerlo... Contigo o sin ti.



Cosas que suceden sin más...



Te hablo de algo inesperado. Te hablo de aquel momento en el que creía que la tristeza sería eterna; pero volví a sorprenderme a mí misma riendo sin parar.

Lucha aunque duela. Lucha no cuando quieras, si no sólo cuando sea absolutamente necesario.

Agoté mis fuerzas luchando el otro día. ¿Contra quién? Preguntan muchos/as. La pregunta no es esa, si no ¿por qué luchaste? Que absurda pregunta. Preguntan algo evidente. Todo el mundo lucha por estar bien y eso fue lo que hice yo. Luché hasta que no pude más. No me rendí pero sí me cansé. Aplacé mi pelea para otro día en el cual tuviera más fuerza. Todavía no sé muy bien cuando será ese día pero espero que toda esta espera merezca la pena y que después de tanto tiempo vuelva a esos tiempos en los cuales me levantaba de la cama con una sonrisa en la cara y me acostaba con una sonrisa todavía más grande con la que me había levantado.

Miles de preguntas sin respuesta. Miles de actos sin consecuencia.


Sé que puedo. Sé que soy fuerte y valiente. Sé cuando hablar y cuando no. Sé callar cuando me dicen que lo haga. Sé guardar secretos. Sé dar consejos de una manera única que nadie sabe. Sé que debo sonreír en todo momento incluso en los momentos malos. Sé que llorar no lleva a ninguna parte. Sé que estar mal a los dieciseis años es una tontería. Sé que no tengo motivos para llorar aunque lo haga de vez en cuando. Sé que soy agradable pero también sé que hay momentos en los que puedo llegar a ser odiosa. Sé que tengo mal carácter. Sé que hay gente que merece la pena y gente que no vale un céntimo. Sé con quién debo hablar y con quién no. Sé que no debo hacer caso de lo que me diga un desconocido. Sé que de 100 amigos que puedo tener sólo merecen la pena 10, pero por desgracia no sé el "por qué" de la mayoría de los sucesos o acontecimientos que van ocurriendo por mi vida. Que gran problema y vaya gran putada saber tantas cosas y no saber "por qué" ocurren, ¿no?

Nunca importó el levantarse despeinada y aparentar perfeccionismo, siempre importaron antes los sentimientos.

Levantarse de la cama con la ralla del ojo completamente corrida, el pelo alborotado y muy despeinada, vestida de cualquier forma y con dolor de cabeza por la resaca. Encender el ordenador y reventarlo poniendo la música lo más alto que se pueda y una vez más aunque no haya motivos ni fiesta, bailar bailar y bailar hasta que el cuerpo no aguante más. Ahora no es necesario el alcohol, ni la gente, sólo la música...


Siempre quedan fuerzas para pasar de página.



Hoy me miras y no ves a la de antes. Aquella que en el día de la despedida estaba con el corazón desgarrado en sus manos y luchaba por contener sus lágrimas. Aquella que no quería alejarse de ti. Sin embargo hoy, ves que puedo estar lejos de ti. Y es que me he acostumbrado a que no estés. Me he acostumbrado a sonreír sin que tú seas el motivo.

martes, 16 de noviembre de 2010

El claro hecho de que en ocasiones un "nada" puede convertirse en "todo".

ELLA, una chica corriente la cual no destacaba por ser la más bella si no por tener una sonrisa deslumbrante. Sabía el momento exacto para sonreír y hacer que todo el mundo sonriera con ella. Muchos decían que tenía un don en cambio otros simplemente se limitaban a admirarla en silencio, ya que no sabían describir toda la felicidad que desprendía con su sonrisa mediante palabras.

ÉL, al igual que ELLA un chico corriente. A diferencia de ELLA, ÉL no destacaba por nada, pero sí conseguía ser el centro de todas las miradas cada vez que paseaba por la calle. Toda mujer estaba ansiosa por estar con ÉL, le conocieran o no.

Un día como otro cualquiera, ambos chocaron. ÉL la miró y ELLA bajó la mirada y simplemente se limitó a sonreír por lo bajo. Siguió caminando con la esperanza de que ÉL no la estuviese mirando pero se equivocó. A medida que caminaba pudo ver de reojo como ÉL no le quitaba la vista de encima. Ambos se detuvieron, frenaron en seco, se dieron la vuelta y se saludaron. Los dos sonrieron y se dieron los teléfonos y los correos electrónicos y se despidieron con un “nos mantenemos en contacto”.

Pasan los días e incluso las semanas. No se volvieron a ver. La tristeza que ambos sentían contagiaba a cualquiera que les rodeara. Cada minuto que pasaba hacía que se echasen más de menos el uno al otro pese a que no se conocían.

Se llamaron, se enamoraron y empezaron una historia de amor que muchos envidiaban. Paseaban de la mano por el parque y eran el centro de todas las miradas y se besaban sin importar el tiempo. Se amaban como nunca nadie se había amado. Cada mañana se levantaban con miedo a que todo terminase hasta que el miedo al fin se hizo dolor. ÉL se fue sin decir nada, tan sólo dejando una nota que ponía:

“Quizás el simple hecho de que me vaya de esta casa, antes tuya y ahora nuestra y en un futuro nuevamente tuya o de quien de nuevo te enamores, te produzca tristeza. Entenderé que llores con el paso de las horas cuando yo no esté pero es lo mejor para ambos.

Sé que te sentirás culpable por mi marcha y no deberías. La culpa ha sido mía, he intentado quererte y lo conseguí, pero te mentí. Te quiero a ti pero estoy enamorado de otra. Espero que puedas perdonarme y me recuerdes, no como el chico que te utilizó si no por el chico que te hizo feliz durante unos meses, aunque esa felicidad fuera provocada por mentiras.“

Leyó la nota con lágrimas en los ojos. Se sentó e intentó llorar. No podía. Sentía un dolor invisible que nadie podía apreciar a simple vista.

Había desaparecido. Se había esfumado… ELLA no conseguía entender porque cuando las cosas no podían ir mejor a su lado ÉL decidió marcharse.

El reloj marcaba las 12:00 h y cuando le parecía que había pasado una hora, el reloj todavía marcaba las 12:03 h.

Semanas transcurrieron sin el aroma de ÉL entre las sábanas y con el aroma de las lágrimas provocadas por la impotencia y la culpabilidad de su marcha. Una marcha absurda que a ELLA le hizo pensar si era lo mejor para ambos o para ÉL.

Quiso volver a empezar y no pudo. No pudo soportar tanto dolor y lloró durante casi todo un día. Apagó su teléfono móvil y se mantuvo ausente de la civilización durante varias semanas. La rabia que sentía al pensar que ÉL ya no la recordaría y ahora fuese otra la que ocupase su lugar la invadía completamente de tristeza.

(2 meses más tarde)

Alguien tocó su puerta. No tenía ni la menor idea de quién podía ser y le vio. Seguía tan hermoso como siempre, incluso más. Contuvo las lágrimas y simplemente se limitó a preguntarle “¿qué quieres?” y ÉL no supo contestarle con palabras y lo hizo con un beso. Por un momento ELLA creía haber olvidado esos besos pero se equivocaba. No podía olvidar los besos que la habían hecho feliz durante tantos meses. El beso no duró mucho y pese a que ELLA deseaba con todo su ser invitarlo a pasar a su casa, aquella en la que había vivido con ÉL tantas caricias y noches de pasión y desenfreno en las cuales no importaba el tiempo, se mantuvo firme y le dijo de nuevo “¿qué quieres?”. ÉL respondió con un “me equivoqué” y ELLA rompió a llorar. Mentía. Podía ver la mentira en sus ojos.

Cerró la puerta de su casa y pensó para si misma que si de verdad ÉL creía que se había equivocado volvería para rectificar su error no con palabras si no con hechos.

Y de nuevo los meses pasaban y las hojas del calendario caían. El otoño llegó, y con el la noticia de que posiblemente en unos meses llegaría un nuevo ser al mundo.

Esa noticia debería de haberla alegrado pero no fue así. La idea de pensar que en tan sólo unos meses tendría un hijo hacía que por momentos intentase echarse atrás pero no lo hizo porque sabía que podría, pese a que ÉL le había robado lo más preciado que tenía, su corazón. Pero todavía le quedaba algo muy importante que ella llamaba “orgullo” y fue entonces cuando levantó su cabeza y pensó “es el momento de afrontar la vida que me queda sin pensar en el pasado. Sin pensar en ÉL y en lo que me ha pisoteado. Sin pensar en todo el daño y pensando simplemente en mí, en mi felicidad y en la de mi hijo…”

viernes, 12 de noviembre de 2010

Miedo a actuar, miedo a absolutamente todo lo que me rodea y lo que no...


No busco que me ayuden ni que me levanten cada vez que me caigo, creo que yo misma soy capaz de hacerlo sin tener que pedirle a alguien que lo haga por mí pudiendo yo. De nada sirve que escriba estas líneas si no me las aplico, lo sé, pero al fin y al cabo sigo siendo una niña en el cuerpo de casi una mujer, y como muchos saben las niñas en ocasiones no saben lo que hacen, al igual que yo. Cuanto tiempo me he arrepentido de mis actos y estoy segura de que seguiré haciéndolo. No he sido capaz de pasar página desde que tengo memoria y dudo que lo haga en un futuro próximo. No es por el simple hecho de querer o no querer es por poder. Quizás pueda pero no salga de mí poder. Quién sabe, la verdad la vida da muchas vueltas al fin y al cabo y por ello al final acabo mareada, no por no saber que quiero si no porque no afronto la vida como debería de afrontarla, porque soy valiente y los valientes no callan y yo callo más que nadie...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Que tontos, que locos aquellos que buscan de mí unas palabras que les digan algo...


Si me conocieran de verdad sabrían que mis silencios dicen todo y mis palabras nada.

Todavía no sé muy bien si hablo con cabeza o con corazón.

Sin saber porque empiezo a pensar que "siempre" es demasiado tiempo. No me gusta pensar así tratándose de amor porque no me gusta hacer daño pero no se trata del amor en sí en esta ocasión, si no del tiempo perdido en él.


Vivan las noches de locura y desenfreno y sus consecuencias.


Pese a todo todavía recuerdo aquella noche y aunque haya pasado demasiado tiempo, pero no el suficiente como para olvidarla, la califico como la noche más increíble y mágica de todas. Lo que tenía que haber sido una noche como otra cualquiera terminó siendo un disparate, pero un disparate maravilloso. Recuerdo como todo el mundo nos observaba chicas, chicos, amigos de confianza que pasaban por allí, amigos de no tanta confianza, conocidos... Nadie nos quitaba el ojo de encima. Nunca me había gustado ser el centro de atención hasta entonces. No me sentía alguien superior pero me sentía feliz y estaba gozando de aquel momento como si fuera el último, aunque algo en mi interior decía que no lo sería. Algunas de las personas que nos observaban se limitaban simplemente a mirar en cambio otras miraban y en cambio cuchicheaban y rumoreaban. No llegué a escuchar todo aquello que decían pero estoy segura de que no tendrán ni idea de lo que hablan, dado que sólo Él y yo sabemos con certeza todo lo que escondía aquel beso.

martes, 2 de noviembre de 2010

Jamás te recordé porque yo nunca te olvidé.

No pretendo engañarme de nada, ni auto convencerme de nada. Sé lo que soy, una orgullosa y que esta orgullosa te echa de menos. Esta orgullosa echa de menos momentos, fotografías, llantos, risas. Esta orgullosa será rencorosa y tendrá muchos defectos pero ante todo no olvida y sabe perdonar. Sabe perdonar cualquier error y se arrepiente de muchas cosas. Puede que el arrepentimiento ahora ya no sirva de nada después de tanto tiempo, después de tantos meses, de tantos años, pero son demasiadas cosas, demasiados años. Y hay algo de lo que estoy segura, y es que los buenos momentos nunca se olvidan. ¿Qué viva mi orgullo? Me parece que no ... Este es el orgullo que me mata cada día. El orgullo que hace que me arrepienta más de cada error, el orgullo que me separa de lo que quiero, el error que provoca que me entristezca ... El orgullo que me invade interiormente y exteriormente. Cada día es más difícil pasear por la calle con la cabeza alta sin pensar en todos eses momentos y lo más triste de todo es que la orgullosa que dice ser una luchadora se derrumba en cuanto abre el perfil de tu tuenti o simplemente observa una fotografía hecha un día concreto contigo. La verdad es que no sé muy bien porque estoy escribiendo esto, ahora mismo tendría que estar en cama, reposando ya que mañana me espera un día bastante duro. Durante muchos meses he intentado engañarme pero no ha servido de nada. El engaño sólo ha empeorado las cosas y ha provocado que ahora esté aquí escribiendo mis sentimientos como una auténtica gilipollas en vez de arreglar todo esto.


Dijiste que era para siempre pero no sé si por suerte o por desgracia, tú ya no estás hoy.

¿Qué quieres que te diga?¿Qué ha pasado tiempo y sigo sintiendo lo mismo? ¿Qué son 24 horas al día y cada una de ellas las paso pensando en ti? ¿Qué no te puedo sacar ni un segundo de mi cabeza? ¿Qué se me cae el mundo encima cuando pienso que esto se va a acabar yendo a la mierda? ¿Qué cada vez que recuerdo algún buen momento se me sale una sonrisa descontrolada de mi cara? ¿Qué es imaginar que te veo con otra y caérseme las lagrimas? ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te quiero? ¿Qué todo lo que he hecho es por toda esta mierda? ¿Qué quieres? ¿Qué te diga que pienso me estoy enamorando? ¿Qué pienso que ya lo estoy..? ¿Qué me arrepiento de toda y cada una de las palabras que salieron de mi boca? ¿Quieres que te diga todo eso? Pues sí, pienso que me estoy enamorando o más bien pienso que estoy enamorada. Pienso que son 24 horas al día las que te tengo dentro de mí, pienso que empiezo a encontrarme rara derramando lágrimas por alguien, y siento.. siento miedo al encontrarme sola para enfrentarme a todo.


Podré soportar el simple hecho de que te hayas ido de mi vida, al fin y al cabo tampoco duele tanto.

Si de verdad crees que esto merece la pena dime que no has pensado en mí cuando la besabas a ella, dime que no echas de menos hacer el amor conmigo, dime que no echas de menos mi olor, dime que no añoras despertarte por la mañana y ver un mensaje mío, dime que cuando le dices a ella que la quieres no piensas en que me traicionas, dime que no piensas en mí cada vez que la tocas o la acaricias, dime que no mentías cuando me mirabas durante horas y me susurrabas mil y un “te quiero”, dime que no añoras también mis ataques de celos y ser mi protector las 24h del día, pero sobre todo dime si no echas de menos levantarte por la mañana y pensar “otro día más con ella” y luego llamarme inesperadamente para vernos y caminar juntos de la mano por la calle mientras el resto del mundo nos mira. Dime que no echas de menos todo eso… (Mentirías si dijeras que no es así)


lunes, 23 de agosto de 2010

Del amor al odio.

Tardé tiempo en darme cuenta de que él no era para mí. Quizás haya tardado más de lo debido pero al menos sé que ahora no entraré en su juego, ya que él ha pasado de serlo todo en mi vida a no ser nadie. Quiso que yo me derrumbara y llorara todos los días bajo mi almohada su regreso, pero en vez de eso consiguió que no le quisiera más. Él, el que disimuló los primeros días y finjió que yo no le importaba. Él, el que se fue con otra y me dejó de lado como había hecho otros meses atrás, hasta que al fin se dio cuenta de quién le quería de verdad... En el fondo siempre lo supo, pero intentó autoconvencerse de que no era así, pero él mismo cayó y terminó quedándose solo esperando a que yo volviera. Esperó y esperó hasta que una vez más se cansó y definitivamente me olvidó.

Lo reconozco, aún entonces yo no le había olvidado aún pero lo estaba intentando... Eché un pulso cabeza y corazón y esta vez pudo mi cabeza y no mi corazón. Me sentía orgullosa, ya había aprendido lo que era mejor para mí y lo que no y estaba claro que él no iba a ser nada bueno en mi vida. Fue justo entonces cuando todavía sin olvidarle comencé a odiarle, ya que creía que él no se merecía que le quisiera tanto.

Y así pasaron días, e incluso semanas hasta que me di cuenta de que el amor y el odio eran sentimientos y que en cambio la indiferencia no era nada.


jueves, 24 de junio de 2010

Me fui, allí no estaba agusto.

No aguantaba más allí. Tenía que verle todos los días y me era insoportable y por ello me fui. Lejos de la realidad. Sé que no está bien huír de los problemas pero me daba demasiado miedo afrontarlos. Sabía que si seguía un día más en aquel odioso lugar terminaría llorando y no quería que él me viese llorar... Aunque al fin y al cabo, ¿a él que le importan mis lágrimas? Está claro que nada... Él decidió marcharse y olvidarme y yo sin embargo en vez de intentar olvidarle decidí fingir que no había pasado nada y por ello ahora estoy aquí. Todavía me pregunto porque sigo escribiendo en un blog y es que sinceramente no encuentro otra manera de desahogarme. Ya no sé como sentirme... Tengo mil y un motivos para sonreír pero no lo hago. Es como si él me importase más que todo lo que me rodea y no tendría porque ser así... Tendría que ser todo diferente... Una vez que él me olvidase yo también tendría que haberlo olvidado... Sé que puedo hacerlo pero por una parte no quiero... Hay demasiadas cosas que olvidar y sé que si intento olvidarlo estaría engañándome a mí misma de que no le quiero y no me gustaría para nada engañarme de ello.
Me gustaría tanto ser más fuerte... Si fuera un poco más fuerte me costaría menos olvidarle... Es horrible recordarle a cada minuto... Recordar todos y cada uno de los momentos vividos como si los hubiese vivido ayer con él... El dolor es máximo y provoca que llore... Sé que no debo llorar pero... ¿qué voy hacer si no? Son tantas cosas vividas... Y sé que no debería de estar aquí llorando por él porque no se merece ni la mitad de mi querer. Se portó bien conmigo en su día pero lo que pasó luego no tiene perdón. Decidió marcharse sin dar ninguna explicación y para mí eso no tiene perdón. Me dedico a llorar bajo la almohada por él y él no lo sabe. Sé que si lo supiera no me despreciería tanto como lo hace ahora pero no quiero ser una víctima ni ser una más. Quiero ser feliz y no con él. Él me hizo feliz pero ya forma parte del pasado, bueno miento, yo formo parte de su pasado. Está claro que no soy más que una adolescente enamorada que finje estar bien para que los demás no le pregunten como está y sinceramente, no estoy bien porque odio que me olviden, bueno corrijo, odio que me olvide. Parece que tantos meses a su lado a él le parecieron minutos, quizás menos. Creía que para él había sido algo más pero quizás me equivoqué... Él buscaba algo más estaba claro... Yo no aportaba tanto como otras... Yo simplemente me dedicaba a quererle pero a él no le bastaba con eso... No sé si decir "lo siento" una vez más si quedarme quieta o si echar a correr... Estoy tan confusa que estoy hasta bloqueada. Este sentimiento de impotencia me mata lentamente y lo más triste es que a él no le importa. Él ha pasado página y yo todavía sigo atrás. Quizás debería de hacer lo mismo pero sin saber por qué no puedo. He sido pisoteada ya tantas veces que quizás a estas alturas un poco más de dolor no me importe.
Ahora mismo me gustaría decirle que volviese... Que me abrazase y que nunca me soltase... Pero el amor es cosa de dos y no de uno... Lo único que queda ahora es el recuerdo del pasado y todo aquello que vendrá en el futuro que seguro que será mejor. Está claro que la vida es una putada ya que te pasas años aprendiendo para luego morirte.

jueves, 10 de junio de 2010

La chica que quería volar.



Había una vez una adolescente de 16 años a la que le encantaba sonreír. Muchos decían que tenía un don cuando sonreía porque tenía una sonrisa que muchos admiraban. Sin embargo había algo que ella no tenía, y era la capacidad de volar. Ella creía que volando sería todo mucho más sencillo y que la vista sobre la vida desde el cielo tenía que ser mucho más fantástica que con los pies en el suelo. La verdad es que todo aquel al que le contó que quería volar no hizo más que burlarse de ella pero ella sabía que no debía rendirse. Quería volar y no le importaban las opiniones de los demás. No sabía como conseguiría elevar los pies del suelo, ni para qué, ni cuando pero ella era feliz porque tenía la esperanza de que algún día eso sucedería. Ella era una chica corriente, no muy buena estudiante ya que estaba repitiendo curso pero… ¿Sabéis cuál es la mayor cualidad de ella además de su sonrisa? Su optimismo. Sabe perfectamente que una lágrima no arregla las cosas y por ello no llora. Nunca le importaron los chismes ni las burlas sobre su sueño, volar, y por eso es feliz.

Una mañana como otra cualquiera se levantó de la cama, se miró al espejo y se dijo a si misma “no sé si podré pero si no lo intento nunca sabré si puedo”. Llegaba tarde al instituto pero no le importaba. Salió al jardín, alzó las manos y dijo “quiero volar”. Cerró los ojos y como si alguien la escuchase sus pies se elevaron del suelo. No se lo podía creer. ¡Al fin estaba volando! Ella, la chica de la cual se estuvieron burlando durante años porque decían que volar era imposible… Ella, la chica que tiene un don al sonreír… Ella, la chica que es feliz.

No podía parar de sonreír. Adoraba estar en el cielo, adoraba estar tan alto. Adoraba esa soledad y silencio absoluto en aquel cielo. “Sin duda el cielo y las nubes son más bonitas vistas desde aquí arriba y desde tan cerca” pensó para sí misma. Siguió volando durante horas hasta que cayó. Cayó al suelo y despertó.

Se entristeció al darse cuenta de que no había volado pero no le importaba porque se dio cuenta de que la vida es escalar, no volar, y que cuando escalas la vista es más bonita. No hace falta ir al cielo para tener una mejor visión de la vida, o al menos, eso dice ella.

miércoles, 9 de junio de 2010

Sí, soy gilipollas.

No tengo muy claro todavía que se supone que estoy haciendo en este lugar al que llaman "mundo" ya que afronto cada problema con una lágrima en vez de con una lucha para que las cosas vayan mejor. Muchas veces me quedo pensando y al pensar lloro. ¿Qué por qué lloro? La verdad es que tengo más de una razón para llorar pero... ¿Qué importa eso ahora? Ahora sólo importa el presente y lo que vendrá después. Lo que ya ha sucedido ahora a penas tiene valor y si lo tiene a mí personalmente no me importa. No soy de piedra y tengo sentimientos pero parece que hay mucha gente que no quiere entenderlo. Al igual que todo el mundo lloro pero está claro que eso no vale de nada. Las lágrimas que se derraman por cosas como alguien que te importa o simplemente porque no te sientes agusto contigo misma en esta sociedad no valen nada. En esta sociedad ahora no importa el dolor que puedan sentir algunas personas. El dolor hace tiempo que no se tiene en cuenta y por desgracia se tienen en cuenta otras cosas mucho menos importantes. Ahora mismo podría ir por la calle llorando que a nadie le importaría. Nadie es consciente del dolor por el que tienen que pasar algunos y... ¿sabéis que es lo más triste? Que tampoco muestran interés por saberlo, ni siquiera las personas más cercanas a ti. De mil amigos que crees que tienes sólo uno o dos se preocupan por ti, nadie más, y eso duele. No sé muy bien porque estoy escribiendo esto la verdad. Resulta bastante ridículo y patético desahogarse en un blog que seguramente a nadie le importe pero no encuentro otra manera mejor de desahogarme ya que soy la típica chica inútil que se traga todas sus tonterías por muy pequeñas o grandes que sean porque no le gusta aparentar triste, pero eso trae consecuencias y la mayor es el momento en el que ya no puedes tragar más y explotas. Explotas de tal manera hasta llegar a un punto en el que nada te parece lo suficientemente bueno para seguir adelante. Cuando llegas a este extremo no te importa nada de lo que tengas a tu alrededor, estás tan sumamente alterada que no te das cuenta de lo que tienes. No te das cuenta de que intentan ayudarte y desprecias la ayuda de los demás e incluso llegas a pagar tu dolor con quien no se lo merece. Yo no quiero la ayuda de nadie ni quiero escuchar un "tranquila, todo va a ir bien". No quiero nada de eso. Quiero ser feliz por todo lo que tengo sin tener que estar cada día preocupada por si algo va bien o mal. Quiero sonreír porque tengo motivos y no por compromiso y quiero poder decirle al mundo "estoy bien" sin tener que mentirles diciendo algo como "no me pasa nada, son tonterías". Estoy cansada de siempre la misma rutina, de callarme lo que siento, de que me humillen y de llorar por cosas que no valen la pena. Hago lo que puedo para que las cosas salgan bien, pero nadie lo tiene en cuenta. ¿Sabéis? Nunca he envidiado nada de nadie pero ahora mismo y más que nunca envidio a aquellas personas que consiguen salir adelante con una sonrisa y que saben perfectamente como levantarse en cuanto se caen. Por desgracia yo no he nacido así y he nacido cobarde, porque no hago más que ocultarme de los problemas porque creo que es lo mejor para mí cuando no lo es y gilipollas, porque la mayoría de las veces me dejo humillar por la gente y dejo que me hundan cuando una persona luchadora no dejaría que la humillasen. 
Menos mal que a medida que pasa el tiempo voy aprendiendo que hay cosas que sí y cosas que no y desde hace tiempo he aprendido que a mí no me pisotean ni me humillan. Una lástima que no lo ponga en práctica y que siga como siempre, refugiada bajo las sábanas de mi cama porque creo que ahí debajo no me va a pasar nada cuando está más que claro que hay que salir de la profundidad y salir al exterior con la cabeza más alta de lo normal, para demostrar que si se quiere se puede.



¿Por qué? Joder no entiendo por qué...

martes, 18 de mayo de 2010

Confundí un adiós con un hasta luego.


Han pasado 24 horas desde aquel acontecimiento. ¿Qué como me siento? ¿Qué pregunta tan absurda no? Es más que evidente, mi rostro habla por sí sólo. A penas consigo gesticular porque la tristeza ya me ha invadido por completo y he perdido la sonrisa, bueno miento, me la han robado... Él se la ha llevado y consigo se ha llevado también mi orgullo, mis sentimientos y mi corazón. Ha tenido la poca decencia de llevarse todo lo bueno que quedaba de mí y sin consultármelo... Pero... ¿Qué podía hacer yo? Nada, absolutamente nada. Estoy segura de que nadie se hace a la idea de lo difícil que es intentar mantener en el olvido tantos recuerdos, tantas caricias, tantos deseos, tantos momentos inmortalizados en fotografías, tantos "te quiero"... Cuanto más pienso más me doy cuenta de que soy débil y de que durante todo este tiempo me he estado ocultando tras una máscara de chica fuerte, y ahora que ha llegado la hora de demostrar que puedo salir adelante con la cabeza bien alta y yo de cobarde prefiero quedarme llorando como una niña pequeña. ¿Sabéis? Me avergüenzo completamente de mi comportamiento ya que ni siquiera me molesto en intentar salir adelante cuando sé que puedo. Quizás el problema aquí sea que no quiero salir adelante sin él, ¿lo que puede llegar a hacer el amor verdad? Que me lo digan a mí... Llevo dos días detrás de una pantalla escribiendo mis sentimientos porque no sé muy bien a quién contarle como me siento porque es tan difícil de explicar... Es un dolor que ni la cabeza, ni el corazón entienden. Un dolor que sólo lo sufre y sabe lo muchísimo que duele aquella persona que lo está sintiendo.
Maldita sea, ¡no puedo hundirme! ¡No puedo! ¡Por mucho dolor que sienta tengo que salir adelante! ¡No tiene que ser tan complicado! Si él ha conseguido olvidarme tan facilmente, ¿por qué no puedo hacerlo yo? Ahora lo veo todo mucho más claro... Yo estoy enamorada... Enamorada y completamente de él... Y para mi intentar olvidarlo sería como intentar mentirme a mí misma de que no le quiero y no soportaría esa idea, o al menos no la soportaría OTRA VEZ MÁS...
Escrito por la cobarde, inútil y enamorada: ANDREA.

lunes, 17 de mayo de 2010

Historias de una tonta enamorada.

Durante mucho tiempo he estado preguntándome que pasaría si un día me levantase por la mañana y él no estuviera a mi lado. Sin saber ni cómo ni porqué una mañana como otra cualquiera me levanté y él ya no estaba conmigo. Había desaparecido. Se había esfumado. No podía entender porque cuando las cosas no podían ir mejor a su lado él decidió marcharse. Intenté autoconvencerme de que todo aquello no estaba pasando y apreté los ojos fuertemente, los cerré y de nuevo los abrí, como si estuviera esperando despertar de una pesadilla pero muy a mi pesar me desperté y él seguía sin estar conmigo. Fue entonces cuando me di cuenta de que le había perdido para siempre y de que él ya no era mío, ya no me pertenecía y de que quizás perteneciese a otra que no era yo... No podía soportar la idea de pensar que otra que no fuese yo le besase o incluso le abrazase o le dedicase una sonrisa. Llamadme egoísta, egocéntrica o lo que queráis, pero el simple hecho de pensar que quizás mientras yo estoy aquí detrás de una pantalla escribiendo mis sentimientos, él esté abrazado a otra que no soy yo me hace sentirme inútil y estúpida. No sabría muy bien como describir ese dolor. Es un dolor indescriptible, indefinible e invisible. Es un dolor que no hiere, pero que sí mata. Un dolor que hace que los minutos y las horas sin él se hagan interminables. Un dolor que la única reacción que provoca en mí es la de llorar. ¿Por qué? Cuántas veces a lo largo de este largo día me he preguntado por qué sin obtener respuesta... Aunque quizás la pregunta no sea "¿por qué?" si no "¿cómo?". ¿Cómo después de tantas tardes, tantas caricias y tanto luchar para estar el uno con el otro al final todo haya acabado en nada? ¿Cómo ha podido suceder? Pero una vez más el silencio ronda por mi habitación y también por mi cabeza, dejándome así sin una respuesta. Ahora ya no puedo hacer nada, absolutamente nada... Él me lo dejó muy claro con sus palabras breves pero directas "conmigo ya no tienes nada que hacer" y yo como buena chica que soy asiento con la cabeza y me voy con alguna que otra lagrimilla en los ojos provocada por la decepción y por la rabia que siento al pensar que ahora ya no formo parte de su vida y que quizás ahora sea otra cualquiera la que forme parte de su vida. Quizás esto sea un "volver a empezar" pero yo no quiero empezar nada si no es con él. Porque él era el chico perfecto, el chico de cabellos rubios y sonrisa perfecta que se encargaba de protegerme del día a día. El chico que decidió empezar una historia de amor conmigo pero que decidió terminar porque creía que su chica se reía de él cuando ella lo único que hacía era reírse sí, pero del día a día... Reírse porque el mayor motivo para reírse era él.