miércoles, 1 de diciembre de 2010

Nunca importó el levantarse despeinada y aparentar perfeccionismo, siempre importaron antes los sentimientos.

Levantarse de la cama con la ralla del ojo completamente corrida, el pelo alborotado y muy despeinada, vestida de cualquier forma y con dolor de cabeza por la resaca. Encender el ordenador y reventarlo poniendo la música lo más alto que se pueda y una vez más aunque no haya motivos ni fiesta, bailar bailar y bailar hasta que el cuerpo no aguante más. Ahora no es necesario el alcohol, ni la gente, sólo la música...


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