lunes, 14 de febrero de 2011

Todas las mañanas sonaba la misma melodía, su voz.

“Buenos días princesa” sonaba a mentira cuando me lo susurrabas al oído cada mañana. Ahora ni tan siquiera suenan tus mentiras desde que te has ido. No suena nada más que el vacío que tú dejaste en mi cama.

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